La misma vivienda

Seres autóctonos bajo el sol y un individuo de especie exótica se acerca al paisaje local. Viene éste desde el otro lado del continente, de la costa de otro océano. Trae en sus manos objeto a través del cual mira las cosas en todas las direcciones. Los nativos, pareciendo ajenos a todo, paran en una piedra de la ruta que hacen todas las tardes a la misma hora. Por supuesto el destino final donde pasarán la noche que se avecina es su programación ahorita. Para el forastero, no: está sumergido en otras sensaciones por estar exactamente allí, mirándolos con el sol al fondo. Siente una mezcla de libertad con adaptación instantánea al ambiente, además de intenso bienestar por lo que está compartiendo. Sí. Sabe él que ese mismo mar habla con lo suyo y que los pájaros migran por los territorios. Que las fronteras de los países son meras convenciones humanas y, olvidados o no, somos todos nosotros autóctonos del planeta. La vieja estrella conocida comprueba eso mientras dibuja de oro la luz del momento.

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