Lo que me rodea

Es un camino alternativo para la ciudad. Allí no hay carretera tampoco manera de dislocarse sin oír el mar hablar muy fuerte o sin pegarse arena en los zapatos. Tres quilómetros apartan la mudez de mi casa y la bulla de la vida comercial y productiva de muchas personas agrupadas. Pero, no hay como irme a hacer algo en la urbanidad; todo lo que necesito está en el camino hasta ella, en la ruta hacia ella. Es siempre así: me digo que voy, empiezo la caminata, el tiempo pasa y la lejanía no se acaba. Cuando lo veo, las cosas a mi alrededor ya me tomaron como parte del todo y ya no necesito de las personas para sentirme vivo y actuante. La vida y su tela compleja se manifiesta bajo mis ojos; soy parte de ella y me gusta eso. Vuelvo a mi casa y el día ya se fue, no he llegado a mi destino inicial y a las personas no las miré. Conmigo sólo regresan la vivencia y la cámara cargada con los cuadros que me lo absorbieron. Y las cosas así se repiten, día luego del otro. Hoy me siento rehén del tiempo y lugar adonde vivo.

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