Rastro amigo

Yo pedaleo porque me gusta. Mi casa es la playa y el mar mi jardín. Mientras las ruedas hacen el sendero en la arena, el viento tómame la cara y la salinidad alimenta los poros de mi piel. Es mi manera de decir al ambiente y a su mosaico de seres que soy parte de ello y que podemos vivir de manera sinérgica y armoniosa. Se acaba el sendero y me voy al océano. Con la misma mentalidad me movimiento en el mundo líquido, indiferente a los cerros de la profundidad y con miles de peces nadando bajo a mí. Mis nadaderas son mis brazos y piernas y no prescindo del aire de la superficie, pero también allí busco dejar un rastro amistoso por donde me voy. Salgo del agua y allá está mi bici a esperarme, quieta, callada, sin hambre y invitándome a usarla. Es un placer y una motivación permanente para el vivir… hacer el uso de ideas y herramientas amigas del mundo.

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